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Randi Zuckerberg: detox digital

Por Javier Lyonnet | Fotos Sabre TTX 2016

Mark es el más famoso de los Zuckerberg, pero Randi, su hermana mayor, tuvo un papel clave en el desarrollo de Facebook como directora de Marketing y portavoz de la empresa. En 2011 dio un paso al costado. Desde entonces tiene una empresa de publicidad y eventos, escribió un par de libros, conduce un programa de TV, uno de radio, y se dedica a dar conferencias en las que aboga por la desintoxicación digital.

randi-2“Tal vez les parezca raro que se los diga yo, pero una tendencia que debería imponerse es la de desenchufarse”, dice Randi Zuckerberg desde el escenario. Está cerrando una conferencia de casi una hora. Ya repasó con sentido del humor su vida antes, durante y después de Facebook, hizo una lista de sus redes sociales favoritas, nombró tendencias digitales, habló de la nueva cultura de trabajo y estimuló el emprendedurismo.

Ahora le está diciendo al público del encuentro TTX de Sabre -un millar de profesionales influyentes de la industria de viajes que “debemos ser consumidores responsables de tecnología”. Y que piensen en qué sociedad quieren que crezcan sus hijos.

“Creo que hemos vivido en este mundo donde es tan emocionante estar todo el día conectado y haciendo todo en el teléfono que nos olvidamos que somos humanos, nos olvidamos de mirarnos a los ojos. En mi vida llegó un momento en que me replanteé mi relación con la tecnología; si queremos hacer algo por nuestras vidas y las de nuestros hijos tenemos que cambiar ese vínculo”, afirma, con gestualidad expresiva.

Lo cierto –dice– es que ya hay hoteles y spas que ofrecen paquetes de desintoxicación digital. “Imagínense: hace tres años un hotel que no tenía wifi…, te dabas media vuelta y te ibas. Ahora: ‘te ofrecemos no wifi. ¡Por un extra!’. Excelente marketing”.

Equilibrio responsable

Randi, la hermana mayor de Mark Zuckerberg, ha experimentado la hipercomunicación en carne propia desde las entrañas de Facebook. Una década respirando el ambiente hi-tech de Silicon Valley fue suficiente para esta neoyorquina que, ahora, entiende que el péndulo de la sociedad ha pasado de la ambición a estar ubicables y conectados las 24 horas a la necesidad de desconectarse. O de conectarse más íntimamente.

Pero no todo es blanco o negro. Equilibrio es la palabra clave. “Mi mensaje no es que hay que salirse de Facebook o descolgarse de Internet, sino usar las herramientas con más consciencia y responsabilidad”, advierte la creadora de Facebook Live.

Randi Zuckerberg se mueve con soltura sobre el escenario del ballroom del Fontainebleau de Miami, un hotel que se hizo famoso en los años 50, cuando era frecuentado por el “Rat Pack” de Frank Sinatra y Elvis Presley lo elegía para sus visitas al sur de la Florida.

El estribillo de la canción pop Never Going To Give You Up, un éxito de Rick Astley de 1987, aparece una y otra vez a lo largo de la presentación.

“Creo que hemos llegado a un nivel de comunicación que es demasiado difícil de manejar”, dice Randi mientras decenas de celulares la filman, la fotografían, tuitean sus frases y postean en Instagram sus expresiones. Tal vez parezca ambiguo, pero no llega a ser contradictorio. Todos aquí, en el TTX (Travel Technology Exchange), entienden a qué se refiere.

Quien más, quien menos, la mayoría habrá pasado por las sensaciones que transmite Zuckerberg: “muchas veces siento que tengo la flexibilidad de hacer cosas fuera del trabajo, desde el celular, y que eso me da más tiempo como madre; pero otras veces siento la presión de contestar correos, o de trabajar de noche hasta tarde”.

La llamada de Mark

La mayor de cuatro hermanos, Randi Zuckerberg nunca se había preguntado si había vida fuera de Nueva York. A los 22 años terminó sus estudios de psicología en Harvard y después de una experiencia en la agencia de publicidad Ogilvy & Mather trabajaba como conductora de TV en un programa llamado Fox by Forbes.

“Empecé a recibir llamadas, mails, mensajes de texto de mi hermano, diciéndome que estaba haciendo una cosa llamada the Facebook y que le podía servir que yo le aportara mis conocimientos de marketing”, cuenta en sus conferencias.

Así se mudó a California en 2005, contratada por su hermano de 21 años como jefa de marketing de una start up en la que trabajaban una docena de personas apiñadas en una oficina encima de un restaurante chino de Palo Alto.

Un ambiente estimulante el de Silicon Valley para alguien con una mentalidad emprendedora. Algo monotemático, pero comprensible para el sitio donde a principios del siglo XXI la innovación y la creatividad eran guiadas por la ambición de un puñado de nerds que aspiraban a convertirse en multimillonarios antes de los 25.

Randi muestra en la pantalla gigante una foto del sitio donde nació Facebook. Parece un depósito de computadoras arrasado por un tsunami. “Lo que pude ver fue la pasión con la que trabajaban, la pasión por la tecnología y la innovación, codificando en el medio de la noche; esos tipos realmente creían que estaban cambiando el mundo. Que cambiarían la forma en que nos comunicamos”.

La mayor de los Zuckerberg tenía la idea de ir por seis meses a darle una mano a su hermano y volver. Se convirtió en una aventura de casi 10 años, una compañía de 10.000 empleados que cotiza en Bolsa, dos hijos chicos. “Al final volví a Nueva York. Hace 6 meses”, cuenta.

Randi Zuckerberg se declara una enamorada de la tecnología, de las redes sociales, de la realidad virtual. Durante años su día a día estuvo señalado por la innovación y la disrupción. Era imprescindible la concentración, la actualización, el estado constante de alerta.

Dot Complicated

Cuando nació su primer hijo, Asher, en 2011, la maternidad le hizo repensar su estilo de vida. “Es un mundo increíble éste en el que podemos estar siempre comunicados, actualizados, pero no quiero vivir en un mundo en el que estamos constantemente mirando el teléfono y ausentes de nuestras propias vidas. Quiero que mis hijos crezcan en un mundo con un equilibrio saludable entre tecnología y no tecnología”.

En agosto de 2011 Randi Zuckerberg anunció en Twitter que renunciaba a Facebook. Además de su idea de poner al servicio de las empresas su experiencia en redes sociales, escribió un libro, Dot Complicated, en el que propone una mirada reflexiva sobre el mundo actual, la influencia digital en la vida personal y profesional, el uso del tiempo, etcétera. En el camino surgió otro proyecto editorial: Dot., un libro infantil sobre una niña hiperconectada llamada Dot que descubre las bondades del “mundo exterior”.

En sus conferencias acostumbra citar datos que hablan de la necesidad del detox digital. “En una encuesta internacional, el 84% de la gente dijo que no puede prescindir de su teléfono por un día. Y el restante 16% miente. El 50% de las mujeres prefiere perder el anillo de matrimonio que el teléfono, y casi 40% de los estadounidenses socializa más online que en persona”.

“Mientras escribía mi libro”, dice, ya cerca del final de su conferencia, “le pregunté a mujeres a qué renunciarían durante un año con tal de que no se les retirara su teléfono por un fin de semana. Un fin de semana. No parece tanto tiempo. Algunas contestaron que el chocolate. Otras estaban dispuestas a renunciar al café por un año. ¡Nada de vino por un año con tal de tener sus teléfonos! Y también había mujeres dispuestas a renunciar al sexo por un año. Ahí no quise preguntar más”.

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