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Padres fuertes, hijos seguros y libres

Columna Alejandro De Barbieri

Amar a los hijos implica educarlos para que no nos necesiten, para que aprendan a amar afuera, y sean adultos que tomen las riendas de sus vidas.

El amor de madre es el apego, es el amor incondicional. Amar con amor de madre es aceptar, abrazar. No hay mejor ansiolítico natural para el hijo que el amor de madre. Pero, así como es muy importante el apego, también lo es el desapego, algo difícil para los nuevos papás que, por no lograr el desapego terminan condenando a sus hijos a la inmadurez. Los padres me dicen con frecuencia: “es difícil Alejandro, ¿hasta qué edad le digo que no?”…tanta fragilidad emocional del adulto asusta.

Nadie dijo que fuera fácil. No era fácil antes, tampoco ahora. Porque no es fácil, claudicamos demasiado pronto y cuando se llega a la adolescencia aparecen conflictos más graves. Un adolescente que no sabe enfrentar la difícil empresa de vivir es porque no tuvo los elementos cuando era niño o, mejor dicho, los tuvo pero los padres se los sacaron, porque era  “demasiado” sufrimiento para él; demasiado pedir que suba ocho bajas. Pedir asusta y desborda a los padres, por eso terminan cediendo sin ser conscientes que cada vez que claudican, ceden su lugar y el niño pierde un padre.

“Tenemos que amar más de lo que nos duele el dolor del otro”, afirma el filósofo español Carlos Díaz Hernández.

Si tengo más dolor que amor, no puedo acompañar. Nuestros padres y abuelos decían: “A mí me duele más que a ti”, pero eso no impedía que sostuvieran la penitencia que habían puesto a una conducta. Nuestros hijos precisan padres que los amen tanto, que no les gane el dolor por su sufrimiento. Algunos papás, por no sufrir con el sentimiento del hijo, evitan que sufra y así también que crezca. Cada vez que cedemos, los dejamos frágiles, débiles ante la vida.

Tenemos más dolor que amor, nos duele tanto, el chichón, la tabla de dibujo que se olvidó, o la vianda, o el celular, que corro a llevárselo (a pesar de pagar psiquiatra, psicólogo, etc). Corro a llevarle todo para que no sufra, para que no sea el único que se quede sin trabajar. Con esa ansiedad, termino anulando la capacidad de frustración de mi hijo, anulando su independencia, su autoconfianza, su autoestima y su autonomía.

No nos puede doler más el dolor de nuestro hijo; que nos gane el amor, nuestra autoestima. No nos va a agradecer ahora, ¿cuánto nos llevó a nosotros agradecerles a nuestros padres lo que hicieron por nosotros? ¿30, 40 años? Tampoco trabajamos como padres para que nos agradezcan, trabajamos para que no nos necesiten, para que sean capaces de amar afuera, de ser adultos y tomar la vida en sus manos.

Hoy hay una crisis de autoridad del adulto; no se cree en el psicólogo (aunque se lo lleve), tampoco en el rol del docente, porque en el fondo el papá y la mamá no creen en sí mismos. Hace un tiempo me escribió una señora para decirme que tras leer Educar sin Culpa, en su casa “el NO es NO” y eso había mejorado la relación con sus hijas. Ahí está la clave. Nos hace bien a todos tener una estructura de valores y de guía. Su hija adolescente mencionó el libro como “culpable” del cambio de actitud de la mamá, y me recordó a otra mamá que me dijo que su hija me detesta. A ella le respondí: “te tiene que odiar a ti, no a mí”. Que el adulto a cargo se haga cargo, que nos odien con alma y vida, pero en silencio, porque lo opuesto al amor no es el odio, es la indiferencia, y no podemos quedar indiferentes frente a nuestros hijos que esperan ser educados.

Síndrome del Adulto Frágil

◦ Quiero que me quiera, que me extrañe

◦ Me siento culpable si no estoy a la salida

◦ Me siento culpable si la maestra me dice que mordió o pegó

◦ No quiero repetir con mi hijo lo que mis padres hicieron conmigo

◦ Le doy todo lo que pide

◦ Si llora me siento mal yo

◦ Si no puede hacer algo, se lo hago yo

◦ Está antes el niño/los niños que mi pareja /padres /amigos

3 Comentarios

  1. Patricia says

    Me encanta este artículo. También estoy refleccionando sobre el No, porque creo que en ocasiones mi hijo debe defender su «porque si», es decir no me gustaría que no defendiera sus ideas.

  2. Ingrid romero says

    Entiendo todo lo que decís pero aveces nuestros hijos nos enloquecen, tengo tes tres hijos dos varones y una niña de 11y ella a logrado enloquecer mi vida!!!! Contesta mal, no quiere hacer nada y cada cosa que le pedís que haga es no lo que contesta.me harta aveces, que puedo hacer? Gracias

  3. Liliana Vicente says

    Gracias!!! Así eduqué a mi hijo, lo hice por amor. Cuando se fue a los 16, el nido vacío se sintió. Hoy con casi 31, está en el extranjero… No sabe cuando regresa. Casi todos los días nos comunicamos. Lo amo. Muchos NO y límites.Hablé desde el principio, las cosas por su nombre. Me equivoqué…? Por supuesto, estaba él para explicar y llegar a acuerdos. Herramientas y a la vida. Aún duele, pero deseo que sea feliz, eso lo lleva hacer una buena persona…. Un libro para las mamás. Gracias.

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