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María Dueñas: “Soy muy perfeccionista”

Por Valeria Tanco | Fotos Matilde Campodónico

Hace apenas seis años que la escritora salió a la luz. El tiempo entre costuras, su primera novela, lleva vendidos millones de ejemplares en todo el mundo, fue traducida a más de 30 idiomas y la serie televisiva basada en ella también es un éxito a nivel internacional. Hoy, en su condición de potencia literaria, la española María Dueñas transita entre el impacto que aún sigue produciendo su ópera prima y la promoción de su elogiada tercera novela, La Templanza, mientras su pensamiento ya se dirige hacia su próxima obra.

Sira Quiroga es la hija de una modista que trabaja en un atelier de alta costura en la Madrid de la década de 1930, en las instancias previas a la guerra civil española. Su vida sufre una conmoción incluso antes de que estalle la sociedad, y la joven deja el futuro programado por su origen y su condición para embarcarse en un viaje que la llevará a Marruecos y Portugal, a enredarse en la trama de los hitos históricos y a bordar su propio destino. Básicamente, de eso trata El tiempo entre costuras, la novela de amor, aventuras e intrigas que, desde otros tiempos y otras geografías, ha apasionado al mundo lector contemporáneo. Y más recientemente, a través de la serie televisiva, a miles de espectadores en todo el mundo.

LARA: ¿Cómo esa historia tan específica en cuanto a tiempo y espacio y tan ajena al presente que es El tiempo entre costuras conquista la atención universal de los lectores?
María Dueñas: Creo que es una clave muy sencilla que existe desde que el mundo es mundo o las historias son historias: los lectores se entusiasmaron y se contagiaron. Y se empezó a generar una bola de nieve que después de seis años todavía no ha parado. Luego, es cierto también que los medios hicieron una acogida desde muy temprano y que la editorial [Planeta] supo llevar muy bien ese pico de lectores entusiastas.

Cuando se publica en 2009, además, era un momento de crisis económica y específicamente editorial en España.
Sí, una crisis editorial que hizo que se publicaran muchos menos títulos y que las tiradas de lo que se publicaba fueran pequeñísimas. La mía fue de 3.500 ejemplares. A mí no me conocía nadie, no tenía respaldo alguno. Teníamos ilusión, nada más. En el mismo mes se publicó el segundo libro de la trilogía Millennium de Stieg Larsson, que era asesinatos nórdicos, violentos, sanguinarios, nada que ver.

Justamente, el tuyo tampoco era un libro que estuviera “a la moda” de lo que se consumía en literatura. ¿Qué pasó con El Tiempo entre Costuras?
Fue una historia que vino en buen momento, porque no había nada parecido en el mercado. Pero vuelvo a decir, fueron los lectores, empezó a correrse la voz, se hizo una edición, y otra, y cada vez más grandes. Y más atención por parte de los medios, “¿quién es esta señora que está escribiendo esto?”. El salto a América, Latinoamérica, las traducciones a otras lenguas, la serie de televisión… y ahí seguimos todavía.

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El tiempo entre manos

Tanto sigue “ahí todavía” que antes de venir a Uruguay como parte de su gira con La Templanza, la escritora viajó a Japón para promocionar El tiempo entre costuras, el libro y la serie televisiva. Es que el ciclo del libro, que implica la escritura, la edición, la publicación y luego la difusión, María Dueñas lo vive multiplicado por tres: “Ahora salen las traducciones pendientes de Misión Olvido [su segunda novela] y ya voy bipolar, perdida entre las novelas, como lanzando las bolas al aire [hace un gesto de malabarismo y se sonríe]. Pero lo llevo bien”. Lo lleva más que bien: al verla serena, alegre, amable y relajada, uno apostaría que su ambiente natural fue toda la vida el del mundo editorial, y no que hasta hace apenas seis años, la doctora en Filología Inglesa estuvo totalmente dedicada a la docencia universitaria y la investigación académica.

En tus historias siempre hay hitos, ya sea a nivel personal o de la sociedad, que generan cambios de vida radicales en los protagonistas. En tu caso personal no fue un hecho exterior, fue un llamado interior, pero a los 40 años cambiaste el rumbo de tu vida.
Fíjate que yo no tenía la intención de cambiar mi vida, estaba completamente a gusto con mi carrera académica y mi vida personal. Pero es verdad que por primera vez en muchísimo tiempo pensé que me apetecía hacer algo distinto. Conseguí tener una posición de profesora titular consolidada. Mis hijas iban creciendo, ya no me demandaban tanto.
Estábamos viviendo en Estados Unidos por una temporada, por mi trabajo como profesora visitante en una universidad. Me vi con un poco de tiempo, y me dije: ¿y si pruebo hacer alguna cosa? Nunca pensé en escribir para salir de mi trabajo académico, sino para hacer algo más en paralelo. Lo que pasó es que cuando El tiempo entre costuras se empezó a disparar, vi que no podía con todo. Y no iba a desaprovechar la oportunidad.

¿Te ves volviendo a dar clases?
Ya no, porque han pasado unos cuantos años. Además, la crisis ha tocado mucho a la educación en España y ahora estamos con la adaptación al sistema educativo europeo, que está siendo complicada.

¿Cómo es un día en la rutina de la escritora?
Me organizo el calendario en compartimentos casi estancos. Cuando estoy de promoción, como ahora, no escribo nada, y cuando estoy escribiendo casi no salgo. Normalmente empiezo temprano. Vivo cerca de una zona de monte de pinos, y suelo ir a andar rapidito por allí una hora, que es muy productiva para mí. Con la mente muy fresca, voy reflexionando sobre lo que trabajé el día anterior, cosas que me quedan por ajustar, cosas que me chirrían o que me faltan. Luego ya vuelvo y arranco a escribir hasta última hora de la tarde. Hago las paradas mínimas: hay que comer, coger el teléfono de vez en cuando e ir al cuarto de baño. Así trabajo todo el día, de lunes a domingo. No es que haga una vida monacal, si tengo que salir salgo, pero intento tener la menor cantidad de distracciones posibles. Incluso lo que leo por gusto es de la época sobre la que estoy escribiendo, o es algo que me puedan enriquecer. Busco tener un universo armonioso alrededor. No tengo otro secreto.

Academia aplicada

Sobria y elegante. Sofisticada y, sin embargo, accesible. Sutil y lúcida. Impecable. Entretenida y atractiva. En sintonía inexplicable, este conjunto de adjetivos aplican tanto a la propia María Dueñas como a su prosa. Esta última tiene un gran valor en sí misma, más allá de historias y personajes, leer textos de la autora es un placer gracias a su calidad literaria. En los diálogos, el español es trashumante, se empapa de dialectos y modismos de cada lugar por el que pasa: “Si digo ‘charola’ porque en México se dice así, incluyo ‘bandeja’ para que se comprenda en España. Intento que haya esa versatilidad lingüística para que el texto tenga esas variedades dialectales tan musicales y suene a cómo se habla en cada uno de los entornos, pero también soy cuidadosa para que no se hagan cargantes para los lectores y no generen un entorpecimiento y una dificultad en la lectura”.

Los comienzos de tus tres novelas son muy contundentes, dejan casi que sin aliento, son atractivos. Mi padre siempre dice que son fundamentales, porque es lo que atrapa al lector. ¿Cómo los encontrás?
Estoy de acuerdo con tu padre. No es garantía de que el libro vaya a ser excelente, pero para mí es importante, así que lo trabajo. Me gusta tomármelo en serio. Cuando empiezo a escribir el libro, ya llevo dentro de la historia unos cuantos meses documentándome, planificando, estructurando, diseñando escenas, la espina dorsal, creando los personajes. El día que abro un documento de Word y escribo “Capítulo Uno” ya sé qué quiero contar, lo tengo claro, pensado, y es el fruto del trabajo previo.

El asunto de la documentación previa me lleva a preguntarte, ¿la académica se mete o interfiere en la escritora?
[Risas] Interfiere mucho, pero para bien, porque mi mente académica de tantos años es un poco el sacerdocio, ¿no? Me afecta mi rutina de trabajo, mi metodología. El orden. Todo está medido. Luego me concedo márgenes de flexibilidad, pero en principio trabajo siempre sobre algo muy pautado, así hacía en la vida académica. El rigor a la hora de documentar también viene de allí. Soy muy perfeccionista. Reviso todo doscientas veces. Mi editora se pone: “Que me lo des ya que tenemos que ir a imprenta” [risas]. Además, con la lengua soy particularmente cuidadosa porque soy filóloga del área lingüística. He trabajado con la lengua inglesa, entonces también el inglés enriquece mucho mi manera de escribir. O sea que sí, que la dimensión académica influye muchísimo.

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Mundos con sentidos

Los protagonistas de tus tres obras van descubriendo mundos nuevos, junto con el lector y tal vez hasta contigo, aunque ya los tuvieras en la cabeza, ¿eso facilita las cosas?
Como lectora, a mí me gusta mucho descubrir nuevos mundos a través de los ojos de los personajes. Normalmente, todos los escenarios sobre los que escribo ya los conozco, pero vuelvo a ellos con otros ojos. Porque ya he investigado, me he documentado sobre cómo eran antes. Me parece que con eso permito a los lectores hacer un viaje en el tiempo y en el espacio. Es muy gratificante como creadora, pero también como lectora.

Creo que, además de proponer un viaje en el tiempo y el espacio, tu escritura apela a todos los sentidos del lector.
Me gusta mucho que me lo digas, porque eso intento. Que sea visual, que nos lleguen los ruidos, los aromas. En la etapa de documentación, me imagino cómo sonaban los perros, cómo sonaba un mundo sin coches, las ruedas sobre el empedrado, los cascos de los caballos. Cómo olía una ciudad como La Habana, con el mar, el pescado, el calor. O Jerez con todas las bodegas, la vendimia. Cuál es esa luz. Lo hago en pequeñas dosis, tampoco quiero ser muy pesada, odio esas descripciones larguísimas que al final te pierdes. Dar pequeñas pinceladas para crear una ambientación creíble y envolvente.

Has dicho que primero aparecen los escenarios, luego el tiempo histórico, y que los personajes surgen en función de esas dos variables. ¿Es así?
Sí, voy viendo qué tipo de personajes necesito. A veces me dan sorpresas. Por ejemplo con El tiempo entre costuras, en un principio a mí me interesaban los personajes reales de ese momento histórico, por ejemplo Rosalinda Powell Fox, y creé a Sira casi como una excusa para que de su mano nos llevara a conocer a esos personajes históricos. Solo que al final ella creció más de lo que yo planteaba y se convirtió en la protagonista absoluta.

¿A dónde nos vas a hacer viajar en tu próxima novela? ¿Ya tenés planes?
Estoy con ganas de empezarla. Tengo algunas ideas, opciones pero no lo tengo del todo claro, no lo tengo cerrado. Me apetece que sea más contemporánea quizás, que sea más coral y no centrada en un único personaje. Ya veremos.

Del amor

En tus libros, el amor aparece como peligro, oportunidad, como algo que te da vuelta la vida, para bien o para mal. ¿Cómo es para ti el amor?
Hay muchos tipos de amores. Hay amores tóxicos, hay amores perjudiciales. Pero prefiero quedarme con una visión del amor como algo positivo, que te hace mejor persona, que te enriquece en todos los sentidos, que te hace ser más generoso, más tolerante. Porque en general suele ser así.

Además del romántico, también aparecen otros tipos de amor. Por ejemplo, en La Templanza está el profundo y amoroso vínculo entre el protagonista y su hija.
Es que me interesa mucho. Y me parece que en la literatura se descuida, muchas veces nos encontramos con estas grandes pasiones y arrebatos de gente que después no nos enseña su capacidad para amar en otras dimensiones de la vida. Me interesa explorar también esas dimensiones de los personajes, porque todos las tenemos. Todos tenemos padres, hijos, hermanos, primos a los que hay que querer.

¿Cómo estamos de amor en general las personas hoy en día?
Creo que estamos bien servidos de amor. Creo que hay que cuidarlo, pero estamos bien servidos.

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Sobre La Templanza

Luego de dos novelas con protagonistas femeninas que hablan en primera persona, en La Templanza el personaje principal es un hombre, pero aparece un narrador. ¿Es porque como autora pusiste una “distancia”, un “intermediario”?
Fue una manera de desligarme [risas]. En realidad es que con esta novela decidí, incluso antes de saber cuál sería su rumbo, que no volvería a la primera persona. Por romper un poco con las anteriores. Y luego, cuando el protagonista fue un varón, la verdad es que me vino bien. Él me lo ha puesto fácil igual, pero en primera persona habría sido más complicado.

Él es Mauro Larrea, un español del siglo XIX que fue a probar suerte a México y se transformó en un rico empresario minero, luego perdió todo, y tras un período en La Habana, terminó volviendo a España, a Jerez. ¿Cómo creaste al protagonista?
Lo creo en función de un prototipo. Entre los españoles que vinieron a América a probar fortuna, una minoría regresó a España e invirtió en otros negocios. Se les llamó indianos, y son unas figuras muy épicas en el imaginario español, pues porque eran unos tipos muy atractivos. Eran hombres de dos mundos que hablaban y vestían distinto, y que normalmente llegaban ricos a su país. Solo que yo decido dar una vuelta de tuerca a este personaje, que en vez de llegar rico, conserva la fachada de su anterior prosperidad pero está totalmente arruinado.

¿Qué diría una invitación a leer La Templanza?
Creo que es una historia seductora, en todos los sentidos. Porque te seducen los escenarios, la trama, los personajes, ahí está la clave. Que no solamente sea trama y con unos personajes muy planos, que no sean personajes muy intensos pero luego descuidemos la trama, que no sean unos escenarios preciosos pero luego vacíos. Creo que hay un equilibrio de muchas cosas, y eso es lo que resulta realmente seductor.

Ella, la lectora

• ¿Qué tipo de lectora sos, qué te gusta? Soy muy omnívora y muy poco práctica como lectora. Leo mucho, todo me gusta y me parece enriquecedor. Puedo estar leyendo desde algo comercial como La chica del tren hasta Charles Dickens. Ahora estoy leyendo Purity, el libro que acaba de publicar Jonathan Franzen. Voy mezclando mucho. Hay autores a los que les reconozco su grandeza, pero tampoco soy de pedestales.

• ¿Un placer culposo lector? Hay una escritora irlandesa que me hace muchísima gracia que se llama Marian Keyes, que es Chick Lit en su sentido más profundo, y le leo todo lo que sale, ahora tengo en casa el último sin leer todavía, me parece muy divertida y muy fresca, es muy banal y muy poco literaria, pero vale.

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Otro lenguaje

La serie televisiva basada en El tiempo entre costuras ha sido tan exitosa y bien recibida como la novela, es una producción española que se ha emitido en varios países y que está disponible en Netflix.

¿Cuál fue tu involucramiento en la producción de la serie?
Participé en la supervisión de los guiones, yo no los hice. Les daba mi opinión a los guionistas, negociábamos y discutíamos, pero siempre de una manera muy constructiva. Estaba muy claro desde el principio que remábamos todos en la misma dirección. Lo que pasa es que son dos lenguajes distintos. Con los guionistas nos convencimos mutuamente de muchas cosas, fuimos generosos o peleones cuando había que serlo, y creo que al final llegamos a buen puerto todos juntos.

¿Qué te parece la actriz Adriana Ugarte en el papel de Sira?
Nada más empezar el rodaje fui a verles a Tánger, y recuerdo que yo estaba en el hotel esperando el ascensor para subir a mi habitación, se abre la puerta y aparece Adriana ya vestida para rodar. Yo no la conocía, no la había visto nunca en mi vida, y en vez de verla con vaqueros como va ella normalmente, la vi con su vestidito, y un sombrerito y cinturoncito rojos, maquillada, monísima, y fue muy emocionante. Adriana hace un trabajo titánico en la novela, porque está en el 90% de las escenas. Creo que hace una Sira magnífica que enamoró a todos los espectadores.

¿Te gustó la serie?
El trabajo que se hizo en la tira me parece excelente, pero lo que más me gustó fue la aceptación de los lectores. Porque aunque a mí me hubiera gustado, habría sido una decepción que no les gustara a ellos, habría sido como traicionarles. Y la inmensa mayoría quedaron encantados.

Entonces, ¿lo harías de nuevo con otra de tus novelas?
Sí. Creo que La Templanza daría para una película o una serie. Y no cierro esa puerta.

Ellos, sus lectores

• ¿Cuál es tu relación con tus lectores? A ellos les gusta tener un encuentro cercano con los autores, una firma, una foto, una pregunta, un comentario. Cuando estoy con ellos la relación es excelente. Lo hago con muchísimo gusto. Me parece que es lo menos que puedo hacer para demostrar mi agradecimiento. Pero no he querido meterme en esta historia de tener un blog abierto, un Facebook o un Twitter, no quiero estar siempre expuesta a dar mi opinión, a responder a lo que me digan sobre cualquier tema. No estoy todo el día con el canal abierto para los lectores. Soy escritora una parte del día, el resto tengo una vida normal, que requiere atención.

“Para escribir busco tener un universo armonioso alrededor. No tengo otro secreto”

“La Templanza es una historia seductora, en todos los sentidos. Porque te seducen los escenarios, la trama, los personajes, ahí está la clave”

“El trabajo que se hizo en la tira me parece excelente, pero lo que más me gustó fue la aceptación de los lectores”

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