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Fundación Canguro: todos podemos dar amor

Abrazar, amar, mimar; ser el alimento emocional de un bebé recién nacido que no tiene una familia que lo cuide es lo que hacen día tras día en la Fundación Canguro.

Por Valentina González

En el Pereira Rossell hay una sala de cuidados moderados a la que son derivados recién nacidos cuyas mamás por distintos motivos no pueden hacerse cargo. En muchos casos se debe a una situación de contexto familiar vulnerable, a consumo de drogas o a una enfermedad psiquiátrica y en otros, son madres que en su derecho deciden dar al bebé en adopción. En definitiva lo que importa no son las razones por las cuales ese recién nacido llega a esta sala, lo importante es que ese niño está allí necesitando mimos y amor.

Cuando los bebés llegan se activa un protocolo de protección dentro del hospital en el que participan técnicos y también miembros de la Fundación Canguro. “Los bebés que nosotros atendemos están bien físicamente sin embargo al nacer en una familia que no puede hacerse cargo de su cuidado necesitan de nosotros”, explica Pamela Moreira, directora de la fundación.

La iniciativa nace desde la observación de una carencia. Antes de la existencia de Canguro estos bebés eran derivados a la sala pero no tenían a nadie que les diera contención. “Saber que hay niños que no tienen a nadie que los acune o a un adulto que interprete sus necesidades, que les diga un te quiero, me quita el sueño. Creo que como país no nos lo podemos permitir porque somos tres gatos locos y tenemos una tasa de natalidad negativa. ¿Cómo puede ser que haya bebés uruguayos que no tengan a nadie que los agarre a upa?”

Hoy la fundación cuenta con 200 voluntarios que se van rotando para que los niños tengan atención las 24 horas del día, los 365 días del año. “Cuando empezamos éramos re poquitos. Con los meses los voluntarios se fueron multiplicando y hoy hay una enorme lista de espera”.

Alimento emocional, el mejor complemento

El rol que tienen es el de acompañar al bebé durante su permanencia en el hospital hasta que haya una resolución judicial que determine la condición de adoptabilidad o hasta que alguien del propio núcleo familiar pueda hacerse cargo del niño.

“Nosotros vemos al bebé como un sujeto de derecho, que además del derecho a una familia, tiene gustos, necesidades, que siente, que va poco a poco conociendo el mundo”. El alimento emocional es tan necesario para sobrevivir como lo es la comida y las consecuencias de la ausencia de afecto y contención durante los primeros meses de vida de una persona pueden ser serias, no solamente en el presente sino también en el futuro. “Luego del nacimiento el bebé necesita el encuentro con su madre. En la fundación lo que hacemos es brindar esa función de maternaje para la cual el recién nacido está preparado fisiológicamente. Por supuesto que nadie puede suplir en un cien por ciento el rol materno pero sí minimizar los daños de esa ausencia”. La tarea se desarrolla con fundamentos y profesionalismo y por ese motivo la capacitación es constante. Los voluntarios están en permanente actualización; se realizan talleres con médicos y enfermeros e incluso cuando vienen a Uruguay profesionales del tema se los suele convocar para que den charlas.

Mi huella, mi sonrisa…

Cuando una persona desconoce parte de su historia de vida generalmente llena el vacío con fantasías oscuras, plagadas de interrogantes. Estos bebés que nacen en el Pereira Rossell tendrán un diario de sus memorias, con imágenes, con su historia. A través de esta iniciativa la fundación tiene como objetivo garantizarle a estos niños el derecho a la identidad. “Queremos que tenga una foto de cuando recién nació, de la huella de su pie, de su mano. Que pueda ver fotos de sus primeros días de vida; que vea a las enfermeras, a las voluntarias y voluntarios que lo cuidaron. Que sepa que hubo otros bebés en la misma sala y que hubo mucha gente que estuvo cuidándolo”.

TESTIMONIOS

Javier Odella

“El primer día que entré a la sala del Pereira Rossell tenía mucha expectativa, ansia y emoción. Recuerdo que ingresé contento por la puerta vaivén. Al entrar vi a Paula vestida de túnica de papel. Me dio la bienvenida y luego de darme las indicaciones de higiene me dijo: “hacé de cuenta que son tus hijos”. ¡Fuerte, muy fuerte!

Ser canguro me enternece mucho, siento que puedo dar desde adentro y que no hay límites para amar. Esta experiencia afianzó mi manera de sentir la fragilidad. Me demostró que no aporta intentar decodificar cuáles fueron los causantes de las situaciones en las que se encuentran los gurisitos. Siento que la realidad es hoy, es aquí en donde puedo actuar y ejercer cambios. Todos estos niños a pesar de no tener, ojalá transitoriamente, el sostén familiar, necesitan contención en sus primeras etapas. Es una oportunidad para muchos de dar amor”.

María Mattos

“Es una gran emoción poder hacer real el sueño de cargar esos bebitos que necesitan brazos. El primer bebé que agarré era diminuto y lo cuidamos durante meses…lo vimos crecer, nos reconocimos. Lo voy a recordar siempre.

Ser canguro es un sentimiento. Es tener ganas de darles todo nuestro cariño a estas personitas indefensas y necesitadas. Es entregarles nuestro tiempo y dedicación con el corazón abierto y también recibir felices el amor que nos devuelven ya sea con una sonrisa, aumentando de peso o con pequeñas mejorías en su salud. Esta experiencia te deja el corazón reversible, te duplica la capacidad de querer.

Aprendí muchas cosas, asumí feliz este compromiso y disfruto cada minuto en la sala. Esta experiencia me enseñó a agradecer cada día lo que tengo. Me hizo descubrir una capacidad de amar y sentir que no sabía que tenía. Esa ternura que generan los bebés la recibimos sin parar y magnificada”.

Úrsula Schröder

“Ser cangura es abrazar, dar, acariciar, cantar, amar. Es poder llevar a ese niño en tu corazón, y que se sienta querido y contenido. Estas experiencias revitalizan, nos hacen crecer, nos enseñan a mirar para adentro, a valorar y a agradecer. Siento la necesidad de ser mejor, día tras día. Ellos son los que me hacen ser mejor, me dan lo más puro y hermoso. Llegamos a dar lo mejor de nosotros, pero ellos nos dan muchísimo más. Nos llenan de vida. ¡Es único!

Creo que la sociedad ha cambiado y siento necesario volver a entender que el amor y los afectos nos transforman siempre para bien. Debemos recuperar ciertos valores que nos hacen crecer y ser mejores personas. Necesitamos más proyectos como este”.

Arroró mi niño, arroró mi sol…

Con el objetivo de hacer un video institucional que difundiera los valores de la fundación y que sirviera para concientizar a la población de la importancia de dar amor, músicos, artistas y referentes de la cultura estuvieron en la sala viviendo la experiencia de ser canguros y filmando un spot que nos conmovió a todos. “El rodaje fue de una riqueza maravillosa, fue una experiencia inexplicable. Tuvimos desde emociones muy profundas, llantos muy movilizadores hasta personas que salían felices diciendo que fue de las mejores cosas que les pasó en su vida. Fueron días de fiesta, los bebés copados, de brazo en brazo”. El Gucci, la familia Rada, Toco para Vos, Mario Carrero, Cristina Morán y muchos otros grandes referentes no dudaron en sumarse a una iniciativa que da sus frutos gracias al amor y a la generosidad de la gente.

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